Según David Sousa, “el profesor es la piedra angular en el desarrollo del estudiante, por ello cuanto más conocimiento tenga sobre cómo funciona el cerebro será mejor profesional y más efectivo”.
En los últimos años ha habido avances significativos en la investigación sobre el funcionamiento del cerebro, en concreto, en los procesos que intervienen en los aprendizajes y relaciones. Estos pueden contribuir a diseñar sistemas educativos que faciliten el aprendizaje y permitan un mayor rendimiento del cerebro de nuestro alumnado.
Los niños/as y adolescentes pasan una cuarta parte de su tiempo inmersos en entornos educativos. Precisamente por este motivo, la educación, es decir, la enseñanza – aprendizaje, debe tener en cuenta las aportaciones de la neurociencia.
De esto sabe mucho la neurodidáctica, que nace para el estudio de las relaciones entre las estructuras neuronales, la cognición y las estrategias de enseñanza aprendizaje. Si a esto le sumamos la importancia del crecimiento emocional del profesorado, del alumnado y sus familias, y ponemos también el énfasis en los espacios emocionales como elementos claves para el proceso de enseñanza-aprendizaje, daremos con “La llave de nuestro aprendizaje”, título al que hace referencia esta Jornada de Neuroeducación que presentamos a continuación: